Versos entrelazados: un abrazo a las emociones

29.03.2024

A mis padres, cuyo amor y apoyo inquebrantables han sido mi roca en cada palabra escrita. A mis amigos, las estrellas que han iluminado mi camino y cuyas historias y risas han inspirado estos versos. A Valentina, mi mejor amiga y confidente, en cuya amistad encuentro la inspiración más preciada. 

Renacimiento de verano: un poema al solsticio

En el solsticio de verano,

cuando el sol besa el horizonte,

se despierta el espíritu salvaje,

y el mundo se tiñe de fuego.

Los días se alargan sin prisa,

y las noches susurran en susurros,

mientras la tierra exhala su aliento,

y los sueños se vuelven profundos.

El sol se viste de oro y naranja,

pintando el cielo con su pincel,

mientras las sombras danzan alegres,

y el viento susurra su canción fiel.

Las flores abren sus pétalos al sol,

mostrando su belleza efímera,

y el aire se llena de dulzura,

como un abrazo lleno de primavera.

La playa se convierte en un santuario,

donde el mar abraza la arena dorada,

y las olas bailan con desenfreno,

besando los pies de cada alma cansada.

En los bosques el verde se desborda,

mientras el sol penetra entre las ramas,

las hojas susurran secretos antiguos,

y los animales juegan en sus camas.

El solsticio de verano es un portal,

donde el tiempo se detiene en susurros,

donde los corazones se conectan,

y los sueños se vuelven más puros.

En este solsticio dejemos que el fuego,

ardiente y poderoso, nos ilumine,

que nos guíe en nuestros senderos,

y en nuestras almas, la pasión defina.

Que cada latido sea un tributo al sol,

que cada aliento sea una celebración,

en el solsticio de verano nos unimos,

en un abrazo eterno de conexión.

Que la energía del sol nos inspire,

a vivir en plenitud y libertad,

a explorar nuestros sueños más profundos,

y a abrazar la vida con intensidad.

En el solsticio de verano,

la naturaleza despliega su manto,

y nosotros, seres efímeros,

nos fundimos en su danza sin espanto.

Así, en este solsticio radiante,

renovemos nuestra esencia y ser,

que el sol nos guíe en nuestro viaje,

y en el verano, dejémonos florecer.

Trazando un nuevo horizonte: el camino del soñador

En estos últimos meses, he sido el protagonista de una travesía tumultuosa en la que he enfrentado desafíos que pusieron a prueba mi fortaleza y resistencia. Las cuestiones de amor, decepción, ansiedad y depresión se abrieron camino en mi vida, amenazando con oscurecer mi horizonte. Pero en medio de la tormenta, he encontrado destellos de esperanza que han iluminado mi camino.

En el corazón de mi ser, guardo dos amuletos invaluables: mis padres. Ellos han sido mis pilares de apoyo, brindándome amor incondicional y sabios consejos cuando más los he necesitado. En momentos de desesperación, su abrazo cálido y palabras de aliento han sido un refugio seguro que me ha dado fuerzas para seguir adelante. Con su amor constante, han sostenido mi fe y confianza en mí mismo.

Mis amigos, como estrellas brillantes en mi constelación personal, han estado a mi lado durante este viaje. Han compartido mis risas y mis lágrimas, ofreciéndome su hombro para apoyarme y su oído atento para escucharme. Sus amistades son como estrellas que han iluminado las noches más oscuras de mi vida, recordándome que no estoy solo en este camino.

Entre estos amigos, brilla una estrella especialmente luminosa: mi mejor amiga. Ella ha sido mi confidente más cercana, una fuente constante de fortaleza y consuelo. Su amistad es como una flor rara y hermosa que florece incluso en medio de la adversidad, recordándome la belleza que aún existe en el mundo.

A lo largo de estas experiencias, he aprendido que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay razones para sonreír y motivos para seguir adelante. Mis amuletos y estrellas han sido mi brújula y mi refugio, guiándome hacia un futuro más luminoso.

A medida que continúo mi camino, llevo conmigo el amor y el apoyo de mis padres, la lealtad y el afecto de mis amigos, y la belleza y la valía de mi mejor amiga. Con estos tesoros en mi corazón, avanzo con la esperanza de que cada nuevo día sea una oportunidad para soñar, amar y florecer una vez más.

Una taza de café y un reloj que hace tic tac

Una taza de café y un reloj que hace tic tac,

En la quietud del alba, el mundo aún en calma,

El aroma del café, un abrazo a mi alma,

Mientras el reloj marca el tiempo, sin cesar.

El vapor se alza, danzando en el aire,

Cada sorbo, un suspiro, cada instante, un latir,

El mundo se despierta, comienza a fluir,

Y en cada tic tac del reloj, siento el devenir.

Las horas se suceden, como versos en un libro,

La taza se vacía, pero el sabor persiste,

Los sueños despiertan, la vida resiste,

En este rincón tranquilo, donde todo es tuyo.

El café y el reloj, compañeros de esta danza,

Uno caliente y terroso, el otro metálico y frío,

Juntos marcan el ritmo, lo lento y lo fugaz,

En esta taza de café, encuentro mi rocío.

El reloj no se detiene, avanza sin piedad,

Pero el café me abraza, me da fortaleza,

En esta pausa breve, en esta tregua en la prisa,

Encuentro la calma, en la taza y en la certeza.

Así, en la quietud de la mañana o el atardecer,

Una taza de café y un reloj que hace tic tac,

Me brindan un refugio, un espacio de paz,

Donde el tiempo se detiene, y puedo respirar.

Escrito por: Santiago D. Heras Arciniegas

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