C é f i r o
Vuela conmigo en partículas de polvo cósmico. Regrésale tu corazón a ese maldito de Cupido, y permite que tu imaginación se resbale en las lágrimas de los niños huérfanos, a la par de mis dedicatorias de versos y canciones a desconocidos que ya no lo serán más. Baila entre párrafos, usa las jotas para columpiarte, y mientras las ces se quedan atrapadas en los paladares de los españoles, en Argentina la ye se desvanece en un soplido entre labios soñadores.
Vuela conmigo sobre astros remotos y, con la sonrisa en el cielo, flotaremos dentro de algodones blancos que se desprenden de ese azul tan pálido. La Luna te llama, requiere la atención de tan jovial gitana de ojos rojizos, pies descalzos y palmas sumisas al tacto ajeno; abraza con fuerza la brisa, yo esquivaré los huracanes que quieran arrastrarnos a las tinieblas del olvido.
Vuela conmigo y naveguemos en el llanto de los suicidas, que mientras yo manejo una góndola sobre tan exorbitante mar de tristeza, tú surfeas hacia pesares y lamentos inaudibles. Escapemos del aparato GPS que nos ha implantado la desgraciada muerte, para que en la puerta del Infierno donde espera Cerbero, se nos confunda con una pareja de noruegos que no saben hablar español.
Vuela conmigo, enredémonos en los ovillos de pelusa que están sepultados bajo los cojines de la anciana que vive frente a ti, que ni el polvo nos encuentre. Y allí, yaciendo bajo escombros y cenizas de libros, relataremos una historia digna de contar más de una vez.
Vuela conmigo y arroja tu anzuelo a la arena del Sahara, que la embarcación de
los delirios no sea más que una perpetua pesadilla, y el amanecer se mezcle con la noche formando la combinación perfecta. Tú te encargarás de seducir a los piratas mientras yo me escabullo en la oscuridad para cortar sus cuellos con un trozo de hierro oxidado.
Vuela conmigo, nos perderemos en el infinito espacio, una idea sideral, esconderemos nuestros miedos en armonías pegadizas, eufonías, consonancias etéreas. Tocaré tu cuerpo como si de una guitarra acústica se tratase, y cuando por fin lleguemos a la afinación exacta, los castillos en ruinas se llenarán de espíritus y almas en pena; serán nuestra audiencia.
Vuela conmigo como águilas en medio del bosque, alcanzando alturas innombrables, con el viento acariciándonos la nuca. No temas, no puedes caer del cielo si ya haces parte de él.
Vuela conmigo bajo las lunas de Júpiter y, cuando estemos en el extremo norte del planeta.
gaseoso, te propondré matrimonio, y te desposaré con uno de los anillos de Saturno. Las estrellas aplaudirán enternecidas y, en lugar de aventarnos arroz, arrojarán galaxias tan finas que se mezclarán con tu vestido tejido por Venus.
Vuela conmigo para que las parejas tengan envidia, y se separen al darse cuenta de que su insignificante relación nunca podría ser sinónimo del incomparable amor que te tengo. O bien inspirarse, porque amor como este nunca habrá.
Vuela conmigo entre partituras y cuerdas de violín, corre sobre un piano y deja en vergüenza a Mozart y a Beethoven; yo esperaré en la tribuna con un ramo de margaritas para que puedas deshojarlas una a una y, al final, te des cuenta de que te quiero como jamás he querido a alguien.
Solo vuela conmigo. Y en un susurro lleno de hiel, daré mi vida para que retornes a la quimera en la que vivías, acabes pronto con esta vagabunda espera, y puedas ser libre finalmente de las cadenas de este perpetuo amor.